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24 abril 2014

FABRICANDO GRAFENO EN TU COCINA

Uno de los artículos que más interés ha despertado estos días ha sido el publicado por la prestigiosa revista científica Nature Materials en la que un grupo de investigadores del Trinity College de Dublín describen una receta casi de libro de cocina para producir grafeno: una batidora de alta potencia (400 vatios), medio litro de agua, de 10 a 25 ml de detergente, y de 20 a 50 gramos de polvo de grafito (minas de los lápices). Utilizaron la máquina de 10 a 30 minutos y obtuvieron suspendidas en el agua un gran número de pequeñas escamas de grafeno de unas 4-5 capas de espesor, sin defectos y con una alta conductividad eléctrica.

Aunque fue sintetizado por primera vez en 2004, el grafeno saltó a la fama en 2010 por los trabajos de los investigadores de origen ruso Andre Geim (Sochi, 1958) y Konstantin Novoselov (Nizhny Tagil, 1974) por los que recibieron el Premio Nobel de Física. Como ya apuntó entonces Andre Geim, las aplicaciones potenciales del grafeno son tantas que ni siquiera eran capaces de enumerarlas. Además de ser considerado el material más resistente del mundo, su alta conductividad térmica y eléctrica, combinado con su transparencia, alta elasticidad y ligereza, lo han llevado a ser considerado uno de los materiales más importantes del futuro. 

Los ámbitos de aplicación del grafenos son enormes. Muchas empresas ya están aplicando sus propiedades para el desarrollo de nuevos productos y científicos siguen investigando actualmente sus posibilidades en muy diferentes campos: tintas conductoras para circuitos impresos, placas solares o baterías más eficientes, pantallas flexibles y transparentes para telefonía móvil, desalinización de aguas, combustibles ecológicos, biosensores y hasta fármacos contra el cáncer. 

Muchos investigadores han buscado sin éxito una forma sencilla de fabricarlo de forma masiva a partir del grafeno. Aunque existen otras tecnologías para su producción y puede ser también obtenido por deposición química a partir de gas metano, el equipo del Trinity College dirigido por Jonathan Coleman, ha dado un paso importante en una fabricación sin límites y económica. El proceso ya ha sido patentado y será escalado a nivel industrial por la compañía británica Thomas Swan, que espera conseguir un kilo de grafeno al día a finales de año.