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21 febrero 2014

¿INCUBAS O FERMENTAS? CIENTOS DE INCUBADORAS, ACELERADORAS O ESPACIOS DE COWORKING EN BUSCA DEL EMPRENDEDOR DESPISTADO

¿INCUBAS O FERMENTAS?

CIENTOS DE INCUBADORAS, ACELERADORAS Y ESPACIOS DE COWORKING EN BUSCA DEL EMPRENDEDOR DESPISTADO.



Hace unos meses, casi coincidiendo con el inicio de mi andadura como emprendedora  reinventándome en estos tiempos de crisis, leía un articulo en elEconomista.es donde ya se ponía nombre y apellidos a la opción de autoempleo que hemos elegidos tantos miles tras agotar la vía de Infojob, Linkedin, tarjetero, etc. En dicho artículo se cuestionaba si existía LA BURBUJA DEL EMPRENDEDOR. He tenido oportunidad de asistir estos días al V Salón Mi Empresa en Madrid donde, para desgracia de los muchos asistentes buscando en el evento la piedra filosofal, ha sido uno de los términos más repetidos durante las sesiones. 

Pero no debemos desmoralizarnos. Sin duda estamos asistiendo a un fenómeno del que debemos ser conscientes para que no nos pase como siempre, todos lo sabíamos pero todos lo hicimos y pagamos por ello el triple de lo que costaba. Porque en España, para quien ande despistado en el tema, existen más de 140 espacios de coworking declarados (sin contar con los cientos de colegas que se juntan para compartir gastos), más de 100 incubadoras y más de 70 aceleradoras sin contar con el montón de organismos, comunidades o asociaciones empresariales que ofrecen apoyo o acogen a empresas o "startups", las que cada día pelean por estar entre la mitad de las que sobreviven al 5º año de vida o el 38% que consigue que el dinero del Venture Capital no se vaya por el desagüe.

En mi caso el desempleo fue una opción, tras la brillante idea (y eso que mi familia y amigos me lo advirtieron) de solicitar una excelencia voluntaria y cambiar mi cómodo puesto de 8:00h a 15:00h en un organismo público por la cola del Inem. Pero no por ello el viaje ha sido más sencillo que para cualquier otro que haya sufrido en este último año la aventura de crear una empresa.

Allá por el mes de septiembre del pasado año en aquel artículo ya se comentaba algo así como "salen emprendedores hasta de debajo de las piedras". Yo, inocente de mí, sin MBA ni padrino, hice lo que estamos haciendo tantos, pensar una idea de negocio orientada a cubrir una demanda en el mercado con palabras tan necesarias en nuestro país como I+D+i y emprendedores. Y así nació INNGENIOUS.

Aún así tenía mi carta de "puedes volver dentro de tres años" y mi armario seguía lleno de trajes. Así que, para ir entendiendo lo que era ser emprendedor en España y continuando en mi empeño de seguir nadando a contracorriente, en vez de buscar un despacho en la zona financiera donde se ubican la mayoría de consultoras de I+D+i, amigas y ahora competencia, empecé a buscar espacio entre los cientos de lugares donde los emprendedores aterrizan en busca de esa comprensión que no te da tu familia cuando les dices que vas a dejar de ser una "funcionaria desilusionada" para montar una empresa en plena crisis, ese calor de saber que no eres el único que siente que está pagando el precio de algo por lo que no obtuvo beneficio en las vacas gordas y esas experiencias que sólo estando junto a otros que están en la misma situación que tú puedes encontrar.

Mi primer latido (por mi amor a la ciencia y las nuevas tecnologías) fue ubicarme en alguno de los Parques de la Comunidad de Madrid. Pero la verdad es que la búsqueda acabó pronto, me pedían 6.000 euros de bienvenida por "pertenecer a la Fundación" más luego pagar religiosamente un alquiler de oficina o por compartir mesa en su nueva zona de cooworking. De allí marché a los viveros municipales. Una preciosidad algunos y donde todo hay que decirlo, me atendieron maravillosamente, pero tenía que ponerme a la cola de la lista de espera y yo ya no estaba para seguir esperando. Descartadas las primeras alternativas a las que me llevaban mi todavía confianza en "lo Público" me decidí a pisar suelo, y ahí comenzó el dilema.

Cada vez que hacía una búsqueda de "espacio de cooworking" aparecían cinco o seis nuevos lugares que ir a visitar, cuando asistía a una jornada me hablaban de que ahora tal Asociación o cual Universidad también había abierto una zona para ayudar a emprendedores. Día a día encontraba empresas de marketing reinventándose como aceleradoras, antiguas inmobiliarias reconvertidas en incubadoras de empresas, Escuelas de Negocios inventando a diestro y siniestro Másters para crear Startups,... Una verdadera locura.

Ya me había puesto antes el disfraz de monaguillo y había redactado mi plan de negocio. Aunque suelo ser autodidacta hice bien los deberes, asistí a cursos de emprendimiento, hice análisis DAFO, mi lienzo CANVAS,... cualquier idea para elaborar un Plan de Empresa que leía en internet o caía en mis manos la utilizaba para mejorar o validar mi plan, y con ello además iba rellenando la caja de herramientas para después poder dar a esos emprendedores que iban a ser mis clientes algo más que asesoramiento sobre financiación de I+D+i. Pero aunque a mi idea de negocio todavía no le había puesto el cartel, cada vez tenía más dudas sobre si realmente, con el escenario que iba descubriendo, estaba en el camino correcto.

Esto es España, no Estados Unidos donde se nace con la cultura emprendedora corriendo por las venas y la gente se reinventa cuando le apetece o abre y cierra negocios cada día sin que nadie a su alrededor le mire como un "fracasado". Por ello debemos tener claro que si ya de por si constituir una empresa exige esfuerzo, sacrificio y dedicación en tiempo de bonanza, en el momento actual debes estar preparado para vivir apretando los dientes. Si además no has tenido experiencia empresarial y cuentas con pocos fondos iniciales, debes elegir muy bien en qué vivero o espacio te ubicas y a quién pagas por ese soplo que necesitas para echar a volar, no vaya a ser que en vez de "incubarte" termines "fermentando".

Y después de "pivotar" como dicen los expertos, sigo del lado de emprendedores como yo   y de las PYMEs que volverán a generar empleo, enseñando y aprendiendo, apretando juntos los dientes hasta que empecemos a ver esos "brotes verdes" que nunca llegan.